Decía Octavio Paz que «la arquitectura es el testigo insobornable de la historia, por que no se puede hablar de un gran edificio sin reconocer en él el testigo de una época, su cultura, su sociedad, sus intenciones… «
Perdemos los madrileños un espléndido espacio cultural. «Lo intentamos, pero fue imposible» dicen desde el Ayuntamiento. ¡Pero la verdad es que no hay ni voluntad política ni imaginación para llevar a cabo un proyecto cultural rentable y bien gestionado! Así, poco a poco, vemos cómo la Gran Vía va sufriendo los avatares del cambio de época… sus edificios emblemáticos poco a poco, se van convirtiendo en cascarones vacíos listos para ser invadidos por el mejor postor. Y el Palacio de la Música de Madrid se convertirá, —por los vientos que corren—en una tienda fashion. Aunque para ello haya que saltarse a la torera el Catálogo de Inmuebles protegidos, con un blindaje integral por su gran valor histórico-artístico, mutando el uso del edificio (cultural a urbanístico).
La memoria colectiva poco a poco queda difuminada, mutilada.
El Palacio de la Música. El arquitecto
Secundino Zuazo Ugalde—el mismo constructor de la emblemática Casa de las Flores, de lenguaje racionalista—, colaboró con Antonio Palacios en la construcción del Palacio de Comunicaciones. En 1935 colaboró con Eduardo Torroja en el proyecto del desaparecido Frontón Recoletos. Fue uno de los arquitectos firmantes en 1953 del llamado Manifiesto de la Alhambra.
El Palacio de la Música lo construyó en 1926 por encargo de la Sociedad Anónima General de Espectáculos (SAGE), como sala de conciertos. Fue en 1928 cuando se comenzó a utilizarse como sala de cine. Inicialmente se pensó en denominarlo «Cine Olympia» posteriormente como «Musical Cinema». Finalmente, se le llamó «Palacio de la Música».

Cartel original del concierto que ofreció la orquesta del Palacio de la Música dirigida por el Maestro José Lasalle el sábado 3 de noviembre de 1928.
Para el diseño del interior—ya demolido—el arquitecto Zuazo se inspiró en el Hospital de la Caridad de Sevilla. La sala diseñada como un espacio de conciertos, poseía un órgano en su interior, que en el año 1932 desapareció a causa de un incendio.
Algunas fotos para el recuerdo aparecidas en Facebook en la página de El Palacio de la Música

18 actuaciones, entre los días 24 de diciembre de 1970 y 7 de enero del 71. Historia viva de la música.
La Fundación Caja Madrid quiso recuperar la actividad que albergó el Palacio en sus inicios y para ello realizó una serie de reformas para aumentar su aforo. Pero tras la nacionalización de Bankia, decidió sacarlo al mercado por un importe de 50 millones de euros.
El edificio está catalogado en el Plan General de Madrid con una protección de Nivel I Integral.
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Vaticinaba Coppini: «Malos tiempos para la lírica» y pareciera limitarse aquella sentencia cantada a los fabulosos años 80… pero pasan los «tiempos», y la «lírica» sigue siendo víctima de nuestro sistema de vida actual. Es triste observar esa lectura en la Gran Vía, en todas las «Grandes Vías» de nuestras ciudades, donde nombres tan líricos como «Palacio de la Música» son sustituidos por marcas registradas, acrónimos, logotipos y carteles tan efímeros como las modas de temporada.
Estupendo reportaje. Saludos.
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Juan, estamos en una dinámica cambios rápidos e incontrolables. Ahora es cuando echamos más en falta buenos gobernantes, con capacidad de decisiones de gran calado. Es lo que nos toca vivir, debido a los gestores sin imaginación y a una ciudadanía incapaz de reaccionar, una verdadera lástima. Saludos.
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