Joaquín Torres García (1874-1949) fue un artista de espíritu libre, abierto y ajeno a toda idea preconcebida, a las clasificaciones y los prejuicios. Un artista con ideales neoplatónicos cuyo principal objetivo fue poner a su país (Uruguay) y el continente americano en consonancia con el medio artístico más avanzado—que él había explorado en Europa en los turbulentos años 20-30 de principio del siglo XX, cuando la inquietud vanguardista se manifestaba en busca de un pensamiento y una actitud artístico-pictórica.
Su contribución teórica al arte está recogido en el libro Universalismo Constructivo, que recopila su actividad docente en 150 lecciones, desde 1934 hasta 1942. Muchos temas abarcan esta obra ambiciosa, desde el flujo del inconsciente, a la búsqueda que le llevó a la «sección áurea«, considerado para él el mayor tesoro, vinculando su obra, por la medida, al Universo.
Mana poesía cuando habla sobre pintores contemporáneos (Goya, Manet, Cézanne, Picasso, Hans Arp, cubismo y Juan Gris, Mondrian, neoclasicismo, simbolistas y prerrafaelistas…) Habla con fervor sobre la obra de JSBach y ¡cómo no! dedica una lección a Velázquez estableciendo un paralelismo con Beethoven. «El crescendo que vemos en Beethoven pasar por la gama de las calidades instrumentales: cuerdas, maderas, metal (por ejemplo) hasta llegar a la luminosidad, lo vemos igualmente en Velázquez, el cual, buscando igualmente esa luminosidad, nos hace pasar por la gama de ocres o rojos, de azules o negros, siempre creando tonos; y no pasando como en otros pintores, por sólo una mayor o menor intensidad en un solo tono.» … «Este paralelismo que hemos establecido entre el mayor músico y el mayor pintor que jamás haya habido nos permite llegar a la conclusión de que si los medios son distintos en esas dos artes la estructura interna puede ser idéntica: dicen lo mismo en ese profundo plano de lo abstracto donde todo desaparece excepto la esencialidad del arte que es la armonía«.
JTG piensa que los dos pilares sobre lo que todo debe apoyarse son «una estructura y una universalidad, da igual que hablemos de un dolmen o de un templo como de un soneto o de una pintura. Pues a través de todas esas cosas solo se quiere llegar a esa esencialidad universal, donde se evidencia que la Regla Constructiva y el Universo se identifican«.
Y reivindicando La Escuela del Sur, escribe en 1935: «Una gran Escuela de Arte debiera levantarse aquí en nuestro país… He dicho Escuela del Sur, porque en realidad nuestro norte es el Sur. No debe haber norte, para nosotros, sino por oposición al Sur».
Museo Torres García
Universalismo Constructivo
Editado en España por Alianza Forma 1ª ed. 1984. 840 págs. en 2 volúmenes
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